PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

En la celebración de la Eucaristía la Iglesia expresa el dinamismo redentor de Cristo, que vino, que viene y que vendrá; como lo resume la respuesta a las palabras del celebrante después de la consagración: «Anunciamos tu muerte (pasado), proclamamos tu resurrección (presente), ven, Señor Jesús (futuro)». La celebración Eucarística de este tiempo de Adviento tiene como centro la súplica insistente: «Ven, Señor Jesús»

Primera lectura: Jeremías 33,14-16

Todo el capítulo 33 se desarrolla en vísperas de la tragedia final (la invasión de Babilonia 587 a.C). Se pronuncia un largo discurso de restauración, el cual inicia evocando el poder creador: «El que hizo la tierra, la formó y la estableció» (33,2). Después se describe la situación en tres momentos: la ciudad sufre ahora porque yo la castigó, pero yo cambiaré su suerte y Jerusalén será gloriosa. Dentro de esta promesa entran los vv.14-16 que indican la promesa de un descendiente del trono de David. Las características del sucesor de David son: un «vástago legítimo». Como Dios se había comprometido con David, toca a Dios garantizar la continuidad dinástica, por vía de generación. La imagen del «vástago» se entiende muy bien en una tierra fecunda; la segunda característica tiene que ver con la función del rey en cuanto administrador de la justicia. Ya David había recibido esta revelación: «El que gobierna a los hombres con justicia, el que gobierna respetando a Dios, es como la luz del alba al salir el sol» (2S 23,3). Garantizada la justicia, florecen paz y salvación en los dos reinos, Judá e Israel reunidos.

Salmo 25 (24)

Este es un Salmo didáctico (cada versículo comienza con una letra del alfabeto hebreo en orden, de la primera a la última letra). Se describe el camino del arrepentimiento de un pecador hasta la agría del perdón. Los versículos que se leen en la Misa hacen referencia a una súplica del salmista que le pide a Dios «conocer sus caminos». Se parte de la certeza que los caminos de Dios son «rectos» y «fieles». Al final, el pecador arrepentido suplica el perdón de la culpa, aunque sea grande. Este Salmo, leído en el primer domingo de Adviento, expresa muy bien la exhortación de Jesús en el Evangelio: «Vigilad, en todo momento orando» (Mc 21,36). 

Segunda lectura: Primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3,12–4,2

Timoteo ha visitado la comunidad cristiana de Tesalónica y le ha dado buenas noticias a San Pablo sobre la manera como se está viviendo el Evangelio en esta iglesia. Los versículos de la segunda lectura hacen parte de la respuesta positiva y de alabanza que el Apóstol da a esta comunidad, basado en las noticias de su discípulo Timoteo. Exhorta a seguir progresando en el amor de modo que, ante la «venida de nuestro Señor Jesucristo», se puedan presentar santos e irreprochables ante Él. Continuar por este camino de la buena conducta será garantía para alcanzar la salvación. El elemento más evidente que une este texto de 1Ts 3,12–4,2 con el Evangelio de Lc 21,25-28.34-36 es la venida del Señor, pero no hay que dejar pasar inadvertido el consejo de Jesús y de San Pablo de tener una conducta digna, sin distracciones mundanas, para poder presentarse con confianza ante Dios el día del juicio.

NAZARET
ROLLO DE TORÁ

Evangelio: San Lucas 21,25-28.34-36

Jesús ha subido a Jerusalén para celebrar su última Pascua. En el Templo predica como era la costumbre de los maestros de la Ley. Parte de su predicación fue pronunciada en estilo apocalíptico haciendo alusión a la destrucción de Jerusalén por parte del imperio romano y a las persecuciones de los cristianos por las autoridades judías. En lenguaje apocalíptico, los signos cósmicos expresan el término final de una era y el comienzo de otra. En Cristo, se ha pasado de la primera Alianza (la del monte Horeb, en el Sinaí) a la segunda, (la sellada con su sangre en la cruz). La actitud de quienes han reconocido la realeza de Cristo no debe ser de miedo o angustia, sino de confianza y firmeza de corazón ya que han creído y reconocido «al que viene sobre una nube». El desconocimiento del día y la hora en que sucederán estas cosas mantiene en constante expectativa al creyente, lo que le permite vivir siempre dignamente para estar preparado al encuentro con Dios. Este texto leído en el Primer Domingo de Adviento pone en evidencia varios elementos. El primero, el aspecto escatológico de la segunda venida del Cristo: cuando Él venga tendrá lugar el día del Juicio y la redención eterna. Segundo, el carácter litúrgico de preparación a la celebración de la Navidad, conmemoración de la primera venida del Hijo de Dios.

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